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sábado, 18 de abril de 2020

Una economía zombi: reflexiones economicistas a partir del relato “Nosotros somos los muertos” de Xavier B. Fernández.




¿La economía en manos de los zombis? No, La economía de los zombis



La Editorial El Transbordador tiene organizado un Patreon que para el mes de marzo de 2020 trajo este relato exclusivo para LA TRIPULACIÓN de El Transbordador, en cuya compañía exploran el vasto universo. Se trata de “Nosotros somos los muertos” del catalán Xavier B. Fernández autor que en octubre de 2019 vio como El Transbordador le publicaba su magistral novela Los archivos de Van Helsing.
Nosotros Somos los Muertos (2020) Xavier B. Fernández


El cuento breve que nos ocupa es una genial vuelta de tuerca al tan manido tema de los zombis.  Pero mi interés no versa sobre este punto, sino por un comentario deslizado “casualmente” en la página 26:

“… La verdad es que resulta muy útil. Gracias a él he descubierto que, con un poco de entrenamiento, se los puede enseñar a obedecer órdenes sencillas y efectuar algunas tareas simples. Eso por no hablar de lo barato que resulta ahora como empleado de la limpieza. …”

Y mi mente enfermiza especula con la posibilidad que Xavi tome el derrotero economicista de la premisa que acaba de plantar. Y sí, se confirmó. Fernández explora procelosamente la vía de la explotación económica de tan barata mano de obra: los renacidos, muertos que vuelven a la vida sin revivir, es decir siguen muertos.

Xavier B. Fernández

Inteligéntemente Xavier planta un escenario verosímil, en una sociedad europea la aparición de los renacidos (los zombis para entendernos) sería asumida como una cuestión pública. Pero de aparecer el interés económico, rápidamente pasaría al ámbito privado, vía privatización o concurso de obra pública, haciendo buena la frase de: “Pérdidas públicas, beneficios privados” que define nuestra economía “intervenida” de mercado. Lo de “Economía Libre de Mercado” es algo que supuestamente defienden los liberales, pero en España todos los liberales caben en la plaza de la Merced de Málaga, allí los enterraron tras su fusilamiento a manos de los absolutistasPero mejor le cedo la palabra a Xavier, página 40:

“… Al principio, la gestión de los puntos de reubicación de resucitados era responsabilidad pública … Pero, mediante decretos ley aprobados en verano, cuando todo el mundo, incluidos los diputados, están pensando en las vacaciones y nadie presta atención a la actividad política, se fueron privatizando … Así, de forma discreta, las grandes empresas habían ido quedándose con su gestión. A las autoridades les encantó desembarazarse de aquel peso muerto —nunca mejor dicho— en el presupuesto. …”
Claro que  Xavier plantea algunas reacciones contrarias de sindicatos y de la oposición, y lo resuelve a lo “marca España” página 42:

“… Los sindicatos protestaron por la pérdida de puestos de trabajo para los vivos que el trabajo zombi estaba provocando. El líder de la oposición interpelo al gobierno, exigiéndole que explicara qué se estaba haciendo con «nuestros seres queridos difuntos». Finalmente, el secretario general de resucitados tuvo que comparecer ante el Congreso de los Diputados para dar explicaciones. … Argumentó que el mantenimiento de los resucitados costaba dinero al erario público, y dado que su número no cesaba de aumentar, porque, claro, la gente no paraba de morirse, la presión que esta partida ejercía en los presupuestos era cada vez mayor… También dijo que no era ninguna vejación a los difuntos hacerlos trabajar «en trabajos dignos», sino que les ofrecía «una oportunidad de contribuir a la sociedad que debía mantenerlos».
El secretario fue obligado a dimitir…”

This is Spain, my friend


Con más mala intención expresa la relación de la prensa con las grandes empresas y como la primera acaba haciendo lo que las últimas quieren. No es nuevo, la publicidad de las grandes empresas compra voluntades y cierra bocas indiscretas.

Xavier también contempla las reacciones humanas más naturales y previsibles, como la incineración exprés de los recién fallecidos promovida por deudos compasivos, la aparición de la picaresca como testar a favor de sí mismo, para una vez resucitado… lógicamente no prospera: un fallecido ya no es persona ni física, ni jurídica por lo que no puede heredar. Y la consabida reacción de los economistas, tema que a mí me interesa y mucho. Página 44:

“… Entre los economistas las opiniones estaban divididas. Los de tendencia socialista advirtieron de las consecuencias funestas para el mercado laboral que tendría el admitir el trabajo zombi. Los neoliberales, al contrario… hablaron de sus grandes beneficios económicos y sociales, ya que abarataba costes y liberaba a la población viva de los trabajos más fatigosos y peor pagados. …”
Conocemos los resultados, como funciona una economía con mano de obra esclava, buena parte de nuestra historia fue así. De hecho, según nuestro referente cultural el Imperio Romano se basó en ese concepto económico. Todos nos imaginamos rápidamente las “virtudes” económicas de la mano de obra esclava. Sin embargo fracasó y nunca más hemos vuelto a un sistema económico así. ¿Por qué? Porque no es rentable, otras consideraciones morales son intrascendentes en esta aseveración. La falta de expansión territorial del Imperio Romano privó de una fuente abundante de nuevos esclavos y la crianza de esclavos es un negocio caro, lento y abocado al fracaso: no salen buenos esclavos de los hijos de esclavos. Mantener un esclavo no es barato, todas y cada unas de sus necesidades deben ser cubiertas por su dueño: alimentación, ropa, abrigo, vivienda, emocionales (si queremos que trabaje bien), defensa (evitar que los roben), vigilancia para evitar su fuga… muchos costes, mucha intendencia, mucha complicación.

Captura de nuevos esclavos para Roma

El sistema requería de una mejora, de hecho podríamos reinterpretar toda la evolución de la economía capitalista como la paulatina reducción de los costes que el dueño de los esclavos asume. El primer paso fue el siervo, el señor feudal era propietario de las tierras que trabajaba. El siervo que entregaba la parte fundamental de su cosecha al señor, además de estar obligado por servicios personales a su señor como por ejemplo ir a la guerra cuando él se lo ordenase. El coste de mantener al esclavo, el de su casa, su cobijo pasaba al propio siervo. Por una pequeña parte de la producción que se quedaba el siervo, el mismo corría con esos gastos, lo que le suponía un ahorro en logística, vigilancia y bienes mayor que esa pequeña parte de la cosecha que dejaba en manos de sus siervos. A su vez, el siervo estaba mejor, más feliz, que siendo esclavo, al menos desde su perspectiva, la iglesia católica también tuvo mucho que aportar al contento del antiguo esclavo y ahora nuevo siervo. La cuadratura del círculo. La servidumbre más o menos se mantiene hasta los albores de la industrialización. En este nuevo estadio los amos ahora son propietarios y los esclavos son los proletarios. Cambiarlo todo para que nada cambie, la quinta esencia del gatopardismo. Los propietarios consiguen que sea el estado el que asuma parte del gasto de mantenimiento de la fuerza de trabajo: higiene pública, sanidad y educación. Los amos han tenido que renunciar a los vínculos de vasallaje, ahora deben esperar que sus siervos libertos, convertidos en proletarios acudan voluntariamente y en masa a ser explotados en las fábricas, los nuevos campos de cultivos del siglo XVIII. Ahora los proletarios trabajan por un sueldo, una pequeña parte de lo que producen en las fábricas que les da el dueño, para que cubran sus necesidades de alimentación, ropa y techo. El resto necesario para mantener la mano de obra operativa y funcional lo asume el estado. Los amos siempre han sido hábiles a la hora de que otros paguen sus cuentas. Y llegamos al consumismo, llegamos al ahora, las relación de posesión personal han desaparecido completamente. Ahora el esclavo se llama consumidor y el amo es el empresario. Es el propio consumidor el que se esclaviza voluntariamente al trabajo para el empresario, por una pequeña porción de lo que produce para la empresa, debe cubrir todas sus necesidades y sólo una parte de sus necesidades las cubre un estado en pleno proceso de jibarización. Los costes de organización, logística se han reducido para el amo y son los propios esclavos los que demandan sus cadenas de felicidad. La felicidad, esa falsa sensación que da tener cosas que a sus ojos, le iguala a los señores, a los dueños, a los amos. El epítome de la explotación del hombre por el hombre, la sublimación del derecho de propiedad: No hay mejor esclavo que el que ama y reclama sus cadenas. Los señores ya no tienen que vigilar el “ganado”, ni temer que se escape o se lo roben, cada mañana aparece fiel y predispuesto a ser explotado por unas migajas de lo que produce. ¿Están los dueños mejor ahora que antes? Sin duda. ¿Están los esclavos mejor ahora que antes? Para ellos sí y siendo objetivo, si. Objetivamente los consumidores de hoy están mejor que los esclavos de antaño. Pues aquí está el milagro económico de mejorar a todos sin empeorar a ninguno. Esto es la Economía, ¡Mil gracias sean dadas a nuestro amado Vilfredo Pareto!

Don Vilfredo Pareto, el padre de la eficiencia. Bajo cuyo manto caben todas las tropelías del mundo.


Es razonable pensar que desvarío, que Xavier no pensó ni por un segundo semejantes alucinaciones. Dejaré que exprese su opinión con dos citas del ya comentado Los archivos de Van Helsing, páginas 384-385

“… Los empresarios responden de la actuación de sus empresas con su honor, con su persona, con su patrimonio y puede que hasta con su vida. Los financiadores, en cambio, no tienen ninguna responsabilidad. El peor peligro al que se pueden ver expuestos es a perder una parte del capital invertido. Y he dicho bien, una parte, ni siquiera todo. Es por eso que le recomiendo que se convierta en financiero, no en empresario.
—Entiendo, amigo mío, entiendo. El financiero se encuentra en una situación ideal: ejerce el poder sin tener que preocuparse por ninguna de las responsabilidades que conlleva.
—Ni por ninguno de sus peligros.
—Cuan diferente era en los tiempos de los señores feudales. Quizá estos tuvieran mucho poder, pero a cambio eran responsables de la vida y la seguridad de sus gentes.
—Ahora vivimos en una sociedad de hombres libres, en la que cada uno es responsable de su vida y su seguridad. Nuestra única responsabilidad es ganar dinero. …”
Pero la siguiente cita disuelve cualquier duda, como hace la luz del sol con las tinieblas, página 512:

“… —El mercado. Es ese un tirano ubicuo con un poder inmenso, pues ejerce un férreo control sobre todos los gobiernos de la tierra, no importa lo democráticos que digan o pretendan ser. Y además, también ejerce un férreo control sobre todos y cada uno de los aspectos de la vida de todos y cada uno de los súbditos de esos gobiernos; excepto, por supuesto, de los pocos que son lo suficientemente ricos como para poder resistirse a sus embates.
     »Ese tirano abstracto y total, ese tirano perfecto, gobierna sin ningún plan, porque ningún plan le es necesario. No tiene cabeza, ni mente, pero sus logros son asombrosos: ha liberado a los poderosos de las responsabilidades que tradicionalmente iban asociadas al ejercicio del poder. En especial, de la obligación de, en alguna medida, proveer y proteger a sus gobernados; de preocuparse, ni que sea mínimamente, porque sus necesidades estén mínimamente cubiertas, de que haya grano en sus graneros para que no se mueran de hambre y de que los enemigos exteriores no invadan sus tierras y maten a sus hijos. En nuestra época, por primera vez en la historia de la humanidad, gracias al sistema capitalista existe una casta dominante que tiene todo el poder y ninguna responsabilidad de las que, tradicionalmente, han ido asociadas a su ejercicio. …”


La impactante portado diseñada por Rebombo Estudio


El sueño húmedo de la mano de obra esclava

Es recurrente, es el sueño húmedo de todo tirano y muy efectivo a corto plazo, sobre todos si los esclavos ya están disponibles (no hay que criarlos). Siempre es una tentación usarlos, sobre todo cuando la competencia no puede hacerlo. Por ejemplo los nazis, que van un poco más allá. Vuelvo a ceder la palabra al propio Xavier, de nuevo de su magistral Los archivos de Van Helsing. Página 422:

“… Una vez en los campos, se aprovecha la fuerza de trabajo de los prisioneros  hasta que más no pueden, y entonces se les da muerte para dejar sitio a las siguientes remesas. Y aún se consigue sacar provecho de sus cadáveres: el pelo se destina a usos industriales, y los dientes de oro pasan a engrosar las reservas del ministerio de Hacienda y el Reichbank. Es un proceso de vampirización perfecto, sistemático y a gran escala. …”
Pero no sólo los nazis, Franco para construir su deleznable Valle de los Caídos, los alcaides de prisiones como se nos muestra en esa obra de arte que es Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption, 1995, Frank Darabont, sobre una historia de Stephen King) no se han resistido a la tentación. Y funciona, porque es una situación limitada en el tiempo y en su alcance. Evidentemente a quien los usa le confiere una ventaja insalvable para la competencia, que elabora sus productos con mano de obra proletaria.


Prisioneros de guerra republicanos usados como esclavos por Franco en la construcción del valle de los caídos

Pero si se generalizara a la competencia, en el espacio y en el tiempo la ventaja competitiva individual desaparecería y de nuevo, los grandes costes de mantenimiento y organizativos de mantener operativa la mano de obra esclava, acabarían provocando el fracaso del modelo económico como pasó en la Roma clásica.
Lo reseñable de la propuesta de Xavier B. Fernández es que, en un principio, no existía coste de mantenimiento, ni derechos de propiedad sobre el fruto del trabajo de la mano de obra esclava. Cuestión que al final del relato desaparecerá y como en toda buena historia de superhéroes, la normalidad será restablecida y el orden imperante vuelve a ser el nuestro, el de vulgares mortales, pese a la incongruencia que supone la existencia de superhéroes. Xavier hará un ejercicio de constricción, fue demasiado lejos, la cordura y la humanidad prevalecerá, se constreñirá en un orden vulgar y compatible con los mortales, pese a que la inmortalidad existe… aunque nada apetecible ni deseable. Pero me adelantó, ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos al final de este texto.
En un primer momento los renacidos no requieren ningún tipo de mantenimiento, es como si las leyes entrópicas no aplicasen a los zombis o se nutrieran de su propia materia, en una suerte de eficiencia energética, más cercana a la formula de Einstein E = mc2 que a la pobrísima aportación energética de nuestra ineficiente digestión de los alimentos. Y más importante aún, los zombis no eran de nadie, que es como entienden los amos, la propiedad pública o común de los recursos: una oportunidad de arrasar con todo para su único beneficio.

El fin de nuestra economía

Lo curioso es que Xavier había dado con el fin de la Economía tal y como la conocemos; el consumismo desaparecería sin remisión alguna en un brevísimo plazo, quizás el vértigo ante semejante abismos que se abría a sus píes, o que simplemente no miro hacia abajo, le decidió a no proseguir la senda que yo si voy a andar, desbrozando las consecuencias más evidentes.
Parto, pues, de la premisa que los muertos reviven y no es necesario mantenerlo, ni cuidarlos ya que se nutren de sí mismos con la eficiencia infinita que promete: E = mc2 y son un recurso gratis para las grandes empresas a través de los gobiernos títeres de los estados, vamos como el régimen político-económico actual español.


La inagotable energía zombi


¿En qué afecta esto? Pues que el sistema productivo podría utilizar como factor productivo el trabajo de los renacidos sin coste alguno, gratuitamente.
La economía es la ciencia de la asignación de recursos escasos susceptible de  usos alternativos. No hay nada más importante para un ser humano que respirar aire cada treinta segundo aproximadamente. El aire existe de forma abundante y todavía de una calidad suficiente, por lo que no hay economía del aíre, excepto donde no es así, bajo el mar y en el espacio. No existe economía del aíre, no producimos aire, ni vendemos aire[i].
Si la sociedad dispusiese de mano de obra gratuita e ilimitada no habría mercado de mano de obra. Ese factor productivo sería gratis como el Sol en la Costa del Sol, determinante pero gratuito. Evidentemente los vivos con poca o nula capacitación profesional desaparecerían, nadie les pagaría por algo que un renacido hace gratis. Y eso no significará el fin de la Economía: ¿Quién comprará la ingente producción? Fácil, se producirá menos y más selecto. La economía basada en el derecho de propiedad no mantiene improductivos. Los que vendan algo indiferenciable de lo que hace un zombi, serán tratados como no vivos: se extinguirán… y engrosarán el casi infinito ejército de trabajadores renacidos esclavos.
Los empresarios reaccionarían: potenciando y usando tecnologías que maximizasen el uso del factor productivo gratuito y redujeran el uso de factores productivos con coste (tecnologías zombi intensivas sería su nombre técnico). Una empresa no es una ONG, su objetivo es ganar dinero y que mejor manera que hacerlo con mano de obra esclava sin coste alguno. Sin duda el uso de las maquinas revertería hasta niveles insospechados, a niveles pre Revolución Industrial. Entraríamos en un proceso inverso al descrito por Karl Marx en El capital. Crítica de la economía política (Das Kapital - Kritik der politischen Ökonomie, 1867). Consecuentemente el tipo de interés real descendería. A nadie se le escapa que el tipo de interés real responde a otras muchas más variables económicas y decisiones de política económica. O sea el determinante de su valor estructural bajaría, otra cosa es que su valor coyuntural no lo reflejase, fruto de políticas económicas acomodaticias. Pero pasado el suficiente tiempo los medios de producción (bienes manufacturados necesarios para la producción: vaya las máquinas de toda la vida) se reducirían drásticamente abaratándose su precio significativamente comparados con las materias primas (es decir su precio relativo bajaría significativamente). Es decir la riqueza, el poder no se conseguiría teniendo máquinas sino controlando las materias primas, factor productivo que no es sustituible por mano de obra esclava, como si lo son las máquinas. ¿Qué tardamos más? ¿Y qué? Hay que producir menos, hay menos consumidores con capacidad de pago. Los amos deberían modificar sus inversiones, sus fuentes de poder habrían cambiado.
Evidentemente el modelo económico imperante sufriría un cambio importante, el consumismo morirá y ¿Se abriría una oportunidad? ¿Sería posible, sería factible lo que Xavier apunta en “Nosotros somos los muertos”? Página 44:
“… Uno de ellos incluso se atrevió a citar a mi admirado Oscar Wilde, quien en su opúsculo El alma del hombre bajo el socialismo profetizó que las máquinas sería los esclavos de la sociedad futura, los que desempeñarían las tareas más ingratas, permitiendo así a los ciudadanos dedicarse a la más artísticas y creativas, tal como hacían los esclavos en la Grecia clásica en beneficio de los ciudadanos libres. …”
No, no lo es. No dedicaré ni un segundo a especulaciones utópicas, no tienen ni una sola posibilidad de triunfar. Los amos, los dueños, los ricos rápidamente se adaptarán. El futuro no será utópico sino distópico. No lo digo yo sólo, el premio Nobel de Economía de 2001, Joseph Stiglitz lo ha dicho muy clarito:

“…El 90% de los que nacen pobres, mueren pobres por inteligentes y trabajadores que sean y el 90% de los que nacen ricos mueren ricos, por idiotas y haraganes que sean. Por ello, deducimos que «el mérito» no tiene ningún valor. …”

Joseph Stiglitz


Si los desposeídos del mundo, los parias de la Tierra conseguimos mejorar nuestra condición no será por la benevolencia del sistema económico, sino por la fortaleza de nuestras reivindicaciones, por la contundencia de nuestras acciones, por la determinación en la defensa de nuestros derechos, por la disponibilidad a derramar nuestra sangre y la ajena en la consecución de esas mejoras. Ese ha sido el camino y no otro, la historia la escriben los amos no los esclavos, por eso la historia oficial no lo cuenta así.


Restableciendo el orden preestablecido.

El vértigo a ese país desconocido que es la incertidumbre o simplemente el interés en restablecer el orden imperante, pudo haber inducido a Xavier a “aprobar” la Ley Vudú, página 45:

“… se dictó una Ley de Regulación del Uso de Mano de Obra No Viviente (También llamada Ley Vudú) en la que se especificaba que a los resucitados no se les podría someter a ninguna tarea que «resultara degradante para la dignidad del fallecido» (nunca se especificó qué tipo de tareas entrarían en esa categoría) y reconoció el derecho de los herederos a beneficiarse «en la justa medida» de los frutos del trabajo de «sus seres queridos difuntos». Como se había comprobado que, sometidos a ese tipo de actividad constante, los resucitados acaban por degradarse, la ley obligaba a las empresas a correr con los gastos de los funerales…”


Cuando el vudú afecta a la Economía



Así es como muere el sueño libertario, con un estruendoso aplauso en el parlamento. Los zombis son finitos y su trabajo obliga al pago de un salario, no a ellos sino a sus herederos. El mercado del trabajo poco cualificado no desaparece, simplemente se da un bajón significativo en el precio, es como pasar del mercado laboral español al mercado laboral de Bangladés. Pero lo fundamental del consumismo se mantiene. El número de desposeídos, de parias aumentaría sustancialmente, pero nada, que el flexible sistema capitalista no sea capaz de gestionar, con la inapreciable ayuda de la solicita prensa. El sol volvería a salir y al mirar a la Tierra no verá nada nuevo: Nihil novum sub sole.

by PacoMan



[i] Bueno siempre hay… tontos, quiero decir clientes para todo, seguro que alguien vende aire que respiró Elvis y alguno lo compraría.

1 comentario:

  1. Exelente reseña, PacoMan. No me imaginaba que alguien le pudiera sacar tanto jugo a los aspectos metafóricos de mi relato. Muy bien llevada la argumentación. Gracias por las citas.

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