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domingo, 28 de diciembre de 2025

Yo, follower: La dignidad de la derrota y la neurona del caballo.

¡El noventa por ciento de todo es basura!

 


y viene siendo así, al menos desde 1957 momento en que Theodore Sturgeon [1] enunció su famosa Ley. Si el bueno de Theodore siguiera entre nosotros (nos dejó en 1985), sin duda alguna, modificaría el enunciado de su Ley. Evidentemente no sé cuál sería la cuantía de la basura actual que él nos diría: pero sería mayor, bastante mayor del 90%.

Que las redes sociales están llenas de mentiras es algo sabido y compartido, que los periódicos digitales también lo están ya lo es menos y que los medios de comunicación tradicionales también lo están, encontrará muchos detractores, pero para mí es una evidencia.

Es la Doctrina Bush la que da un sustento moral y teórico a la práctica tan actual de difundir su propia realidad, independientemente que coincida o no con la verdad. La Doctrina Bush empezó a aplicarse en la presidencia de George Bush hijo, tras los atentados de las Torres Gemelas (11 setiembre 2001). Desde ese momento ellos creaban su propia realidad, la que más le convenía. Ese fue el nacimiento de la posverdad [2], técnica informativa que se aplica hoy día con el menor de los disimulos. Pero como bien sabemos, en el fondo:

 

nihil novi sub solem

 

Doctrina Bush

Toda esta “modernidad” no es más que el trasunto supuestamente democrático del concepto que Goebbels llevó a la práctica: la propaganda debe ser eficaz, sin necesidad de ser veraz.

Todo este largo preámbulo para afirmar que hay tanta mentira y basura, hoy día en las fuentes de información, que buscar no ya la verdad, sino rastros de ella, es un esfuerzo hercúleo, un trabajo descomunal cuyo premio es bien escaso, no en vano:

 

La verdad te hace libre, pero no necesariamente feliz

 


Desisto, me rindo, me incluyo voluntariamente en el rebaño y confío en la estrategia de defensa del cardumen [3] para lidiar con esta realidad abyecta que nos ha tocado vivir.

Ya lo dijo Borges, y yo no podría mejorarlo de ninguna de las maneras:

  


Sólo me falta elegir de quien voy a ser seguidor. ¿Qué influencer, qué líder político, qué cantante, qué offsider, qué programa de televisión, qué gurú guiará mis opiniones, gustos y votos? No es que pierda mi capacidad de raciocinio, simplemente aplicaré el velo de racionalidad limitada [4]. Dejaré de preocuparme, de sentir angustia cuando las noticias me alcancen. Cuando nos llamen a las urnas, no deberé perder tiempo informándome de que proponen las distintas alternativas y juzgar cual es la que más me conviene y/o más me convence. Ante mi se abre las vastas posibilidades inherentes al buen salvaje de Rousseau. Espero ahora sí, que al no conocer la verdad, la felicidad me alcance en toda su plenitud.

Será una elección costosa y bien complicada. En esta decisión el velo de la racionalidad limitada se rasgará y todas las neuronas las pondré a trabajar, y no me afectará tener más o menos que un caballo. Es una elección trascendente, a partir de ese momento, mi espíritu crítico no volverá a participar en los menesteres que mi líder de opinión decida por mí.

Es un error creer que los followers asumen sus líderes de forma espontánea, que se va asumiendo poco a poco con el contacto con las redes sociales, con las conversaciones con los compañeros de clases y amigos. Vaya que no es una acción que fluya de forma natural, todo lo contrario, es doloroso como un parto.


Posiblemente, amable lector, no comparta conmigo esta última opinión. Seguramente usted mantenga que el líder de opinión asalta la mente de sus seguidores, desde el sigilo y de forma constante. Y tendrá razón, probablemente es cierto, que una gran mayoría de personas influenciadas e influenciables adquieran esa condición de esa manera, la contraria a como yo lo he expresado. Por lo tanto, corrijo: yo no asumiré a mi líder de opinión de esa forma. Lo haré como el canto del cisne, como el último baile de mi espíritu crítico.

Y será así, por qué es importante para mí. Escogeré un líder que tenga opiniones claras, contundentes, sin dudas, con una lógica ungida divinamente, que se pronuncie sobre cualquier caso o tema, siguiendo lo marcado por la tradición. Y lo haré no porque sea fácil, sino por ser realmente difícil, exigiéndome lo mejor de mí mismo.

Mi vida será otra, cada vez que me impacte una cuestión de actualidad o alguien me interpele mi opinión, sólo tendré que recordar o verificar que opina mi líder e instantáneamente, sin coste de meninges y de forma fluida, surgirá de mi: la respuesta, Y esta será exactamente la contraria a la del líder. Mi líder será un faro, una guía certera y un ancla de opinión, será tan execrable, tan vomitivo que será un verdadero placer defender justo lo contrario, lo opuesto que evidentemente será lo sensato y lo correcto.



En esta época donde cualquier contertulio sabe de todos los temas de actualidad, son verdaderos hombres y mujeres del renacimiento, todo lo saben, tienen las opiniones más doctas. En ese espíritu del cuñadismo [5] tan navideño, no será complicado encontrar candidatos a guía de lo malvado, de lo pérfido, de los deshonesto, de lo corrupto. Lo arduo será escoger uno entre tantos.

Como dijo Robe Iniesta:


doy todo por perdido en cada batalla y nunca me he rendido

 

 by PacoMan

Les Franqueses del Vallés, 28 diciembre 2025

 

Post Data:

Fue Delibes el que nos intentó gastar una broma con su libro: Los Santos Inocentes. Pero no lo era, sino un cuadro hiperrealista de la España rural a principios de los 60’s.

Aunque el artículo sea un "intento con poco éxito" comparado con el maestro, al menos es un intento de no ser un santo inocente en manos de los creadores de realidad.






[1] Sturgeon es un brillante escritor norteamericano que cultivo la temática fantástica. He pasado grandes momentos leyendo su obra, en particular guardo un gran recuerdo de sus libros: Caviar (Caviar, 1955) y Más que humano (More Than Human,1953).


[2] Posverdad o mentira emotiva, es un neologismo que implica la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales, tal como lo define el Diccionario de la Real Academia Española (RAE)

[3] Un cardumen o banco de peces es un conjunto de peces similares, no necesariamente de una misma especie. Se reserva el término cardumen cuando este conjunto de peces nada altamente sincronizados y de manera polarizada. Es un comportamiento de agregación de animales de similar tamaño y orientación, generalmente cruzándose en la misma dirección. Estas conductas les traen beneficios, incluyendo la defensa contra predadores (mejorando su detección y diluyendo la posibilidad de captura).

Tomado de la voz Cardumen de Wikipedia.

Post Data: nadar polarizadamente se consigue cuando todos los peces están orientados hacia la misma dirección y mantienen la misma velocidad. Vaya, un perfecto símil del pensamiento único.


[4] La teoría de la racionalidad limitada de Herbert Simon plantea que las personas tomamos decisiones de forma parcialmente irracional a causa de nuestras limitaciones cognitivas, de información y de tiempo.

Vaya que no nos merece la pena dedicarle tiempo a tomar una decisión. Los economistas lo dedujimos al observar el comportamiento de los consumidores cuando realizan sus compras en un Supermercado. Tanto es así, que hay una nueva carrera universitaria, un spin-off de los economistas: los de marketing. Las gentes del marketing se dedican a profundizar en la senda señalada, además lo hacen de una forma arto provechosa. Su principal suposición es que los consumidores tenemos una neurona más que un caballo. Las personas tendremos más o menos neuronas, pero cuando compramos, solo usamos una más que los caballos… y lo hacemos para no ir meándonos en los pasillos o frente a la cajera, como si hacen los caballos en los desfiles.


[5] Precisamente el cuñadismo es un fenómeno bien conocido, se llama: El efecto Dunning-Kruger es el sesgo cognitivo por el que algunas personas dotadas de capacidades relativamente limitadas en áreas concretas tienden, precisamente debido a esas limitaciones, a sobreestimar su capacidad y desempeño reales en tales áreas. Algunos investigadores también incluyen en la misma categoría cognitiva el efecto inverso, es decir, aquel que, aplicado a las personas de alto rendimiento, podría sintetizarse como la tendencia a subestimar sus propias facultades. Tomado de Wikipedia.









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