Beatriz Alcaná |
El Transbordador, es decir Pilar
Márquez y Jordi Soret, nos han dado muchas alegrías a los aficionados al género
fantástico en general y en particular a los malagueños, por ello siempre voy a estarles agradecido y espero seguir compartiendo cervezas en terceros
tiempos de presentaciones o en cualquier tiempo y lugar. Pero por desgracia el
vuelo de El
Transbordador acaba, llega a su destino final con el ocaso del 2022. Os
deseo la mejor de las suertes en las nuevas singladuras que afrontéis.
Los dos logotipos de El Transbordador |
Estamos ante una brillante idea,
resuelta con elegancia y brevedad: la esencia de la ciencia ficción que más me
gusta leer. El cuento funciona perfectamente: una científica comparece ante una
comisión, donde reconoce haber realizado un mal uso de una nueva tecnología (Proyecto Jonbar),
para satisfacer una necesidad espuria de su pareja. Un filósofo que está
obsesionado con la figura de Sor Juana
Inés de la Cruz: en particular con lo que podría haber llegado a escribir
si la Inquisición (y el resto de la sociedad) no se hubiera empecinado en
acallar a un cerebro excepcional, por el mero hecho de encontrarse en el cuerpo
de una mujer.
Sor Juana Inés de la Cruz |
En suma, estamos ante la reivindicación de la filosofía como abanderada de esas ramas del conocimiento que llamamos humanismo, precisamente porque su conocimiento genera la condición de humano al que lo posee. Sin embargo, en estos tiempos se rechaza y denosta por ser inútil para nuestra sociedad, cada vez más inhumana. Y de ahí el título: Apología de lo inútil.
¿En qué consiste el Proyecto
Jonbar? El nombre del proyecto es un homenaje explícito al conocido Punto Jonbar entre los
aficionados a la Ciencia Ficción (tomado de Wikipedia):
“… se representa en un importante punto de divergencia entre
dos resultados de un acontecimiento, especialmente representado en los viajes
en el tiempo. …”
Punto Jonbar ejemplificado con el gato de Schrödinger |
Como bien indica su nombre, a los
iniciados en el arte arcano de la ciencia ficción, permite acceder a Tierras
alternativas, donde todo es igual a la nuestra salvo algún cambio, precisamente
ese cambio al que se apela en la definición del término Jonbar. Pero mejor cedo
la letra a la propia Beatriz, página 20:
“… terminé recordándole que ahora al menos somos conscientes
de que el nuestro es sólo uno de los infinitos mundos que conforman un
entramado infinito, y que era casi seguro que, no ya en uno, sino en muchos de
aquellos otros mundos la monjita hubiera podido dar rienda suelta a su pasión
por las letras, por las ciencias y hasta por la divina Lysi. En otras
realidades que no son la nuestra sí habría seguido escribiendo, perfeccionando
sus conocimientos y puliendo su técnica. Allí sus obras se habrían compilado y
sus tratados filosóficos se estudiarían en las facultades. Quise dejarle claro
que no eran suposiciones, que gracias a nuestros avances en tecnología teníamos
la certeza de que así era, y que incluso podría indagarse en una de esas
realidades alternativas para obtener retazos de lo que para nosotros se quedó
en agua de borrajas. …”
Que se concreta en la página 21:
“… recuperando para nuestro presente un fragmento inútil pero
extrañamente valioso de un pasado injustamente extraviado: los textos que en nuestro
mundo Inés nunca pudo escribir.
(…)
lo que he traído de vuelta son sólo un puñado de letras
profanas, inútiles, no lo discuto, pero llenas de valor. …”
Como un Punto Jonbar da lugar a una Ucronía o una Distopia. |
Resumiendo, el proyecto Jonbar permite traer a nuestra Tierra textos de otras Tierras alternativas, de las infinitas existentes.
Discrepo con la protagonista del
cuento en la inutilidad del proyecto Jonbar. Dejo que exprese su punto de vista,
página 8:
“… quienes se encargan de patrocinarnos (…) ellos esperaban
poder sacarle partido a nuestro descubrimiento desentrañando lo que estaba por
venir. En otras palabras: para predecir el futuro. Supongo que nuestros mecenas
eran demasiado cortos de entendederas como para darse cuenta de que observar
cualquier futuro, ya fuera preciso o incierto, era del todo imposible. …”
Para predecir el futuro no es
necesario conocerlo, no se trata de conocer qué número de la lotería saldrá en
el siguiente sorteo de navidad o quién ganará la NBA el año que viene como se
narra en Regreso al futuro II (Back to the future Part II, 1989
Robert Zemeckis). En las páginas 8 y 9 se precisa un poco más:
El almanaque deportivo que iba a hacer rico a Marty McFly de Regreso al futuro II |
“… Se les antojó decepcionante asumir que todo el capital
invertido en nuestro ingenio tecnológico sólo serviría para conocer retazos de
otros pasados. Ni siquiera de nuestro propio pasado, sino de los que pudieron
haber sido. ¿Qué beneficio económico podría sacársele a semejante absurdez? …”
De esta manera la protagonista
define la inutilidad del proyecto que figura en el título, a nivel literario la
idea funciona. Pero únicamente a nivel literario, pues en verdad y contestando
a la pregunta planteada en la cita: ¡TODO! ¡Es la mayor herramienta que se
podría poner jamás a disposición de los ministros de economía y por la que
matarían los inversores en bolsa! La protagonista de este relato no podría
estar más equivocada. Es como llegar a América por primera vez y creer que se
está en La India.
Según Colón, él desembarcando en la India |
La economía no es una ciencia
porque no puede aplicar las herramientas que tienen a su disposición la
biología, la física y el largo etcétera que conforman las ciencias
experimentales. Es decir que, para probar la veracidad de alguna hipótesis de
partida, realizan una batería de experimentos con todos los factores que
afectan controlados y medidos, e introduciendo cambios en algunos de ellos, y
que posteriormente permite su análisis estadístico mediante contrastes o tests
que aceptan[1] o
rechazan las hipótesis planteadas inicialmente. Así es como avanza la ciencia,
con la estadística como herramienta determinante.
En Economía esos experimentos no
son posibles[2]: sólo
hay una serie histórica del PIB de España o de la cotización bursátil de
Google. Se hacen ímprobos esfuerzos por desarrollar la estadística ante estas
limitaciones que no comparten las ciencias experimentales. Vaya lo que se
conoce como Econometría. Pese a ese esfuerzo, para el que nunca faltan
recursos, ni inversores que los financien, lo alcanzado no da para ciencia;
pero menos es nada.
Ahora bien, si los economistas
dispusieran de infinidad de series del PIB de España con condiciones idénticas
a las de nuestra realidad, pero con variaciones que el investigador conociera,
sería capaz de replicar el procedimiento de las ciencias experimentales. Es decir,
la Economía se habría convertido en una ciencia. Bien, pues si ahora aplico lo
descrito a la cotización de Google, Coca-Cola o Telefónica. ¿Se le ocurre a
alguien, cuanto estaría dispuesto a pagar un inversor en bolsa por poder
obtener conclusiones científicas, sobre qué factores influyen en el valor en
bolsa de las acciones[3]?
La ciencia permite hacer las mejores predicciones sobre el futuro… pero siempre
habrá quien prefiera preverlo preguntando a una pitonisa, chamán o cualquier
otro charlatán.
Evidentemente estos inversores,
estos mecenas del proyecto Jonbar querrían que las conclusiones extraídas no se
compartieran y quedarán reservadas únicamente para su disfrute personal, nada
distintito a lo que hace una farmacéutica, por ejemplo.
Nada nuevo bajo el sol. Algunos
de los primeros sociólogos, allá por el siglo XIX abogaban por restringir la
difusión de la Sociología a un grupo reducido de iniciados, ante el temor que
cayera en malas manos y pudiera usarse para manipular la sociedad. En cierta
medida estaban previendo la existencia de un Joseph Goebbels y sus
prácticas en la Alemania nazi, que ahora son de uso generalizado. Característica
que comparte con la Psicohistoria
(tomado de Wikipedia) [4]:
“… La psicohistoria es el nombre de una ciencia ficticia en
el universo de la Saga de la Fundación de Isaac Asimov, que es una combinación
de historia, psicología y estadística matemática para calcular el
comportamiento estadístico de poblaciones extremadamente grandes, como la del
Imperio Galáctico. …”
Hari Seldon el padre de la Psicohistoria (Isaac Asimov) |
Psicohistoria que evidentemente
se desarrolla en el más estricto de los secretos en la más que escondida
Segunda Fundación. Otra cuestión es porque nadie identifica la Psicohistoria
con la Sociología[5].
Concluyo, no se me ocurre algo
más valioso en el ámbito económico que el proyecto Jonbar descrito en Apología
de lo inútil de Beatriz Alcaná.
By PacoMan
[1]
En realidad, nunca se acepta una hipótesis, literalmente se concluye:
“No existe evidencia estadística para rechazar la hipótesis nula”. Entendiendo
la hipótesis nula como la hipótesis formulada inicialmente y que se quería
verificar con el experimento. Es decir, la ciencia nunca concluye, nunca es
taxativa, nunca impone, sólo acepta explicaciones del fenómeno estudiado
temporalmente… hasta que llega otra explicación con más evidencias
estadísticas. Parece un proceso débil, pero es el que nos ha traído hasta aquí.
[2]
Salvo en algunas áreas de la microeconomía que a través de la Economía
Experimental se realizan estudios, que comparten las características
estadísticas de los experimentos de las ciencias experimentales.
[3]
El chartismo
pese a aparentar estar recubierto de técnicas estadísticas y matemáticas es
mera superchería, basada en reconocer “figuras” en las gráficas de cotización
(charts en inglés) de las acciones. Meros aprendices de brujos, más
emparentados con la astrología que con la estadística.
[4]
De los siete volúmenes que componen la saga Fundación, sólo son recomendables
los tres primeros. Pero eso sí, son altamente recomendables.
[5] En algún
momento habrá que cuantificar el “daño” que los ingenieros y su estrecha visión
del mundo han causado a la Ciencia Ficción en concreto y al Mundo en general…
aunque algo ya he apuntado aquí: Los
diez once mayores inventos de la humanidad.
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